domingo, 8 de enero de 2017

#ViUnaBalconera

image
La Balconera de la discordia
María, José y el Niño Jesús, y una breve leyenda: “Navidad con Jesús” ha sido el centro de una curiosa polémica en estos días. El problema fundamental: apareció una colgada de la reja-ventana de la puerta de la residencia particular del presidente. Los abanderados de la laicidad (deberíamos decir del laicismo, pero, bueno, en fin, ustedes me entienden) han puesto el grito en el cielo, y han llevado las cosas demasiado lejos, principalmente porque su reclamo esta vez cruza la línea que ellos mismos habían decidido marcar: “la fe ha de ser un asunto privado de las personas”. el domicilio particular del presidente (No confundir con la residencia presidencial de Suárez y Reyes) está completamente dentro de la esfera de lo privado.

La polémica no solamente posee un cierto aire anacrónico (hace acordar a las campañas anticatólicas de comienzos del siglo XX) sino que, dado su carácter de minucia, acaba siendo ridícula.




De todos modos, resulta aún más llamativo que no preocupe (o parezca preocupar) el hecho de que se han vendido alrededor de 30.000 balconeras en no más de dos meses… y de que la gente las ha estado colgando en el frente de sus casas. 30.000 balconeras en una ciudad en la que viven un millón y medio de habitantes es una cosa notoria… y muy llamativa. Cualquiera que, como yo, haya tenido oportunidad de visitar en estos días, santerías y librerías católicas, habrá podido apreciar que dos de cada tres personas que entraban al comercio lo hacían en busca de la famosa balconera. (En un aparte, si todavía se conservara la costumbre de ponerle sobrenombre a las personas ilustres, nuestro arzobispo ya sería “Daniel el Balconero”).

Esta mañana los misterios de Twitter trajeron a mi Timeline una serie de tuits del turco Abdala (digo que fueron los misterios, porque no lo sigo en esa red social) en los que tiraba líneas acerca de la polémica, y arriesgaba su opinión acerca del por qué de la popularidad de la balconera:



Aprecio el intento de análisis, pero me parece que le erra al blanco, feo. No puedo imaginarme a alguien diciendo: “¡Oh! ¡Qué cool es el Papa! ¡Qué cool el arzobispo! ¡Qué cambios en la Iglesia! Voy a poner una balconera porque adhiero a todo esto”. Suena, cuando menos, rebuscado. Si me lo permiten, voy a apelar al principio de mi amigo (no tan amigo en realidad), el Pibe de la Navaja: quizá haya una explicación mucho más simple.

Quizá las eternas quejas de los católicos de que la Navidad haya perdido el contenido católico se hayan visto acompañadas de la falta de… bueno… MERCHANDISING ALUSIVO DE CONTENIDO RELIGIOSO.

Me explico: el merchandising cristiano de Navidad es prácticamente inexistente. Salvo algunos pocos juegos de pesebre que se venden en librerías católicas (y no siempre a módicos precios, pero en el tema costos no me meto porque no sé) era prácticamente imposible encontrar nada alusivo. Ahora bien, piensen en esto: un “pesebre”, pintado en una balconera de tela lavable, a un precio más que accesible y con unas tiritas para colgar del balcón: ¡ES IDEAL!. Aunque no sé directamente de ninguno, no me extrañaría que unos cuantos protestantes hayan comprado la balconera (las querellas iconoclastas suelen cesar por arte de magia en Navidad).

Esto es algo en lo que deberíamos pensar, no solo con ocasión de la Navidad, sino a lo largo de todo el año. Quizá tengamos que concederle, en cierto sentido, al cardenal Sturla, que es muy cierta la anécdota de su amigo: la Iglesia Católica tiene el mejor producto de la Historia, pero no lo sabe colocar.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario