sábado, 28 de enero de 2017

Sed Cofrades, sed como Rodríguez

Una pregunta que casi siempre me hacen en cualquier conversación en que se toca el tema de la Cofradía de la Milicia Angélica es la siguiente: ¿Qué es una Cofradía? (A menudo expresada de manera menos elegante como ¿La QUÉ de la qué?)

en algunos casos el interlocutor tiene alguna idea, o más bien, una serie de imágenes de lo que es una cofradía, semejantes a éstas:












Ciertamente éstas son cofradías... pero no todas las cofradías son como éstas.

El diccionario de la RAE define cofradía de la siguiente manera:

"Congregación o hermandad que forman algunos devotos, con autorización competente, para ejercitarse en obras de piedad"

En español: una cofradía es una asociación de fieles - es decir, Juan, Mateo, Micaela, Camila, Jonathan... - que se propone como finalidad alguna obra de piedad para promover la santificación de los fieles, el cuidado del culto público, la difusión de la sana doctrina, etc. Esta clase de asociaciones necesita además de la aprobación de la autoridad competente, que puede ser un obispo o el superior general de un instituto religioso, por poner ejemplos.

De todos modos, para quien no cuenta más que con esta breve definición, la respuesta resulta un poco vaga; para quien tiene además en mente las imágenes de más arriba, resulta algo lejano, que está muy bien en Sevilla, pero que no tiene nada que ver, digamos, con Uruguay.

Muchos se sorprenderían de saber que la primera asociación civil fundada en nuestro territorio fue... precisamente una cofradía: la Archicofradía del Santísimo Sacramento y de la Pura y Limpia Concepción de María. La Archicofradía del Santísimo para los amigos, institución que existe hasta el día de hoy.



Si alguna vez se habían preguntado quiénes eran esos de las estolas bordeaux ahora lo saben. Y el de adelante a la derecha es... ¡Rodríguez! ¡Él! ¡Sólo él! ¡¿Quién más que él?!

Precisamente los miembros de la Archicofradía del Santísimo se dedican a cuidar todo lo que tenga que ver con el culto eucarístico, especialmente, el de la fiesta de Corpus Christi. La sede de la archicofradía está en la catedral de Montevideo.



Si han visitado la catedral, habrán visto esta curiosa terminación en los extremos de los bancos: una S atravesada por un clavo.



Y si prestaron mucha atención en alguna procesión de Corpus Christi, habrán notado que también se encuentra en la custodia de procesión.



Voilà! Resulta ser que la S atravesada por el clavo es el símbolo de los Esclavos del Santísimo.

Pero la Archicofradía del Santísimo, siendo la primera, no ha sido la única. Por ejemplo, Existió durante largos años la Cofradía de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, a la que perteneció una de mis abuelas:







A una amiga mía, su abuela también le heredó su testimonio cofrade, esta vez, de la Cofradía de la Santísima Pasión:





Entre las cofradías aún en pie en Uruguay, y gozando de buena salud, aunque sea poco conocida, se encuentra Archicofradía de la Guardia de Honor:



Los miembros de la Archicofradía de la Guardia de Honor del Sagrado Corazón de Jesús tienen como objeto, evidentemente, el culto del Sagrado Corazón, que se concretiza en el ofrecimiento de una hora fija del día (Sea que se esté trabajando, estudiando, rezando, durmiendo... no importa) en unión con el Corazón de Jesús. El símbolo de los archicofrades (que suelen usar en un pin) es el reloj de las horas de la Guardia (tal como se ve en la portada del manual), que indica la hora del día y su patrono correspondiente. En el monasterio donde tiene sede la Archicofradía, los nombres de los miembros son anotados, no en un libro, sino en un reloj de este tipo.

Alguien dirá que esto de las Cofradías es una antigualla, algo que no tiene ninguna razón de ser en el mundo de hoy. ¿No sería mejor que cada uno, solo y de propia iniciativa, escogiera las obras de piedad de su preferencia, sin tanto "partidismo" y "exhibición"?

Quizá, quizá no. El punto es que, el mismo argumento por el cual se señala el peligro de crear facciones (Yo soy de Pablo, yo de Apolo... Yo de la Cofradía del Carmen, Yo de la de la Virgen del Rosario...) puede acabar llevándonos ¡A la atomización de la fe!: "yo, Dios y nadie más".

Las Cofradías fueron para muchos de nuestros antepasados en la fe, verdadera ayuda espiritual: fundadas en la caridad y el amor mutuo, fomentaban la oración y el sacrificio por Dios y por los demás; ayudaban a forjar la paciencia, a promover el intercambio de ideas y la colaboración, y ayudaban a tomarse una serie de compromisos con mayor seriedad y perspectiva de éxito. Si me decido a hacer una dieta yo sola, es probable que la abandone a los pocos días; si la dieta es parte de un pacto con una amiga, es muy posible que el propósito dure más; si se trata ya de 5 amigas, es de esperarse no solo que demore mucho más en abandonarla, sino que me sea posible reenganchar con mayor facilidad.

Lo mismo que sucede con nuestros propósitos en el orden natural, sucede cuando nos adentramos en el campo de la vida espiritual: saber que otros rezan con nosotros y por nosotros, todos persiguiendo un objetivo en común, nos anima y nos hace más liviano el camino.

Que las cofradías no mueran, depende, sin duda, en primer lugar de la gracia de Dios; y en segundo, de que no las dejemos morir.

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