domingo, 12 de febrero de 2017

Bajo el escapulario*

*El texto original en inglés fue publicado en http://www.dominicanajournal.org/under-the-scapular/ el 16/7/15. Traducción nuestra, en honor a la memoria del beato Reginaldo de Orleans, que se celebraría hoy.

por fray John Sica, OP.

Cuando me estaba preparando para entrar a la Orden de Predicadores, le pregunté a mi confesor, dominico, lo siguiente: ¿Deberé seguir usando mi escapulario del Carmen cuando sea Dominico?

Comencé a usar el escapulario cuando siendo un estudiante liceal redescubrí la fe en la que había sido criado; inmediatamente me puse a buscar alguna clase de signo sensible que expresara y alimentara mi nueva devoción, y lo que encontré fue el escapulario del Carmen que había recibido durante la preparación para mi Primera Comunión.


El escapulario del Carmen fue entregado por la bienaventurada Virgen María a san Simón Stock para que lo vistiera la Orden Carmelita. La Virgen prometió que aquellos que lo llevaran con devoción serían preservados del fuego del Infierno. Los laicos participan de esta promesa usando una versión adaptada, más pequeña, del mismo: dos cuadrados de lana conectados por cordones que se viste sobre los hombros. Todos los que reciben el escapulario, al quedar vinculados a la Orden Carmelita, reciben también el especial afecto maternal de María hacia esa Orden.

El mío era uno de esos super baratos con cubierta de plástico, y yo no podía aguantarlo puesto. Así que, un día, tomé las tijeras para hacerle una cirugía: en lugar de quitarle el plástico acabé arrancándole el cordón; ahora necesitaba un nuevo escapulario.

Finalmente lo adquirí y llegó por correo justo cuando estaba por mudarme para ir a la universidad: demasiado tarde como para pedirle a mi párroco que lo bendijera, así que decidí pescar al primer fraile dominico que viera en cuanto llegara a Providence College. Y así sucedió que intercepté a uno que iba caminando un buen trecho por delante de mí en el campus. Luego de una corta caminata hasta la capilla, lo bendijo. Yo nunca le había visto antes, pero justo ahí, en ese momento, me dijo algo que yo no estaba pronto a oír en aquel entonces: ¡Que yo tenía vocación dominica y que iba a acabar siendo fraile! Este dominico es el mismo que mencioné al comienzo. Esto no era parte de mi plan, pero se ve que sí era el plan de Nuestra Señora del Carmen.

Así que ahí estaba yo, preguntándole acerca del mismo escapulario que él había bendecido casi cuatro años antes y sin darme cuenta, contemplando la Providencia que la había puesto como protectora en mi vida. Este fraile me contestó que los dominicos también visten un escapulario.

En los comienzos de la Orden, un clérigo famoso, el maestro Reginaldo de Orleans, deseaba complacer al Señor abrazando un modo de vida nuevo y más fervoroso. Luego de haber enfermado repentinamente, santo Domingo se lo encontró varias veces, hasta que se decidió a entrar en la Orden Dominica. Tal como lo narra el sucesor de santo Domingo, "luego de ello, se recuperó completamente de su enfermedad, pero solamente en virtud de un milagro que sucedió enseguida después de que su condición se hubiera vuelto desesperada" (Libellus, nº57) ¿Qué fue lo que sucedió?

"Durante una de sus fiebres la Reina de los Cielos y Madre de Misericordia, la Virgen María, se le apreció visiblemente y ungiéndole los ojos, la nariz, las orejas, la boca, el pecho, las manos y los pies con un óleo calmante, le dijo: "unjo tus pies con aceite santo en preparación para el Evangelio de la paz". Después, le mostró el hábito completo de la Orden. En seguida se sintió bien...

Anteriormente, el hábito dominico no tenía escapulario; pero a través de esta visión la bienaventurada Virgen María le dio a la Orden Dominica el escapulario blanco como signo especial de su amor maternal. Ella le mostró al beato Reginaldo de qué manera quería que abrazase un nuevo modo de vida más fervoroso cuando le mostró el hábito completo de los frailes dominicos, Orden en la que sería un bravo predicador para salvación de las almas. Tal como atestan todas las historias de los primeros tiempos de la Orden, el cuidado maternal de nuestra Señora se extendió de manera especial sobre nosotros: ella, que abrió tantas puertas a nuestros frailes, que nos libró de los ataques del demonio y que confirmó en su vocación a los hesitantes.

Nuestra Señora del Carmen me había amparado desde que retorné a la fe - no solamente con su escapulario, sino con la espiritualidad carmelita popular, lo que me dio un gran deseo de crecer en santidad. Al fin llegué a darme cuenta de que "Nuestra Señora del Carmen" no está celosa de "Nuestra Señora, Reina de los Predicadores", y que ella no iba a retirarme nada de su afecto maternal bajo el blanco del escapulario dominico. Aún más, ella me había mostrado el escapulario blanco de los dominicos como la nueva forma de vida en la que quería que la siguiera.

Hace cinco años, cuando me preparé para mi vestición con el hábito de la Orden de Predicadores, dejé mi escapulario del Carmen en el cajón. Sabía que, en menos de una hora, pasaría de su protección a su protección: bajo el escapulario.
Imagen: Fra Angelico, Visión del hábito dominico


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