domingo, 12 de febrero de 2017

B. Jordán de Sajonia - Novena por las vocaciones OP - Día 9

El beato Jordán y san Alberto Magno



Entre los cientos de hombres que recibieron el hábito de manos del beato Jordán de Sajonia, se encuentra san Alberto Magno, científico, obispo, académico y maestro de santo Tomás de Aquino. Cuando se hallaba estudiando en Padua, consideró la posibilidad de entrar a la Orden de Predicadores, pero estaba lleno de miedo de no perseverar. Una noche tuvo un sueño que parecía confirmar sus temores. Gerardo de Frachet narra la anécdota:

“Una noche [Alberto] vio en sueños que entraba a la Orden y la abandonaba al poco tiempo. Cuando despertó, se alegró de no haber entrado [aún], diciendo en su corazón: ‘Ahora veo que hubiera sucedido aquello que tanto temía, de haber acontecido que yo hubiese entrado.’ Ahora bien, ese mismo día escuchó un sermón del maestro Jordán, quien, discurriendo acerca de las tentaciones del demonio, remarcó cuán sutilmente engaña a los incautos, diciendo: ‘así están aquellos que se proponen abandonar el mundo y entrar en la Orden, pero son asustados por el demonio, que les sugiere en sus sueños que entrarán pero no perseverarán…’ Entonces, el joven, muy asombrado, se le acercó y le dijo: ‘maestro, ¿Quién te ha revelado los pensamientos de mi corazón?’ Y le explicó así sus pensamientos y sus sueños. Entonces, el maestro, habiendo alcanzado una confianza grande y firme en Dios, lo confortó contra esas tentaciones. Escuchando sus palabras, se sintió completamente cambiado y, desechando sus temores, entró a la Orden. Él mismo ha narrado frecuentemente éstos hechos.”

Esta anécdota revela que incluso los “magnos” tuvieron luchas al discernir sus vocaciones. Que por la celestial intercesión del beato Jordán, aquellos llamados por el Señor para ser Predicadores puedan desechar sus miedos, esperar confiadamente en Dios y perseverar en su santa vocación.

Oración:

Bienaventurado Jordán de Sajonia, digno sucesor de santo Domingo, en los primeros tiempos de la Orden, tu celo y tu ejemplo movieron a muchos hombres y mujeres a seguir a Cristo en el blanco hábito de nuestro santo padre. Como patrono de las vocaciones dominicas, continúa estimulando a hombres y mujeres de talento y devoción a consagrar sus vidas a Dios. Por tu intercesión, conduce a la Orden de Predicadores personas generosas y sacrificadas, dispuestas a entregarse fervorosamente al apostolado de la Verdad. Ayúdales a prepararse para ser dignos de la gracia de la vocación dominica. Inspira en sus corazones el deseo de conocer a Dios, para que con firme determinación aspiren a ser “campeones de las Fe y verdaderas lumbreras del mundo.” Amén.

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